Faith Offering / Donation


 

viernes, 19 de septiembre de 2008

EL SANTO CONFORTADOR (Juan 14:16)

Se dice que el Santo Confortador, el Espíritu de Verdad, nos hará saber todo, porque está en nosotros y con nosotros. No puede haber declaración más amplia que esta. El Espíritu de Verdad está en cada persona - no solamente en Jesús - sino en todos por igual ... otra vez la revelación del propio ser a sí mismo; un despertar divino a la Realidad eterna que habita en la eternidad, y que encuentra morada en el tiempo a través de nuestra naturaleza.

A medida que viene el Confortador Sagrado, El nos hace saber todas las cosas. La intuición es el idioma de este Confortador. "Yo estoy en mi Padre, y vosotros en mi, y yo en vosotros." El Padre eterno engendra al Hijo eterno. Este Hijo es genérico; todos son miembros de este Hijo Universal, todos son miembros de este único Arbol de Vida, del que emana todo brote individual. La Trinidad es una Unidad.

Y se nos deja esa paz que viene de las más recónditas profundidades des Espíritu: una paz que el mundo no puede quitarnos porque brota del seno del Padre de luz, de amor, de vida y de sabiduría.

domingo, 14 de septiembre de 2008

DIOS NO DISCUTE

"Cierto hombre tenía dos hijos, y el menor le dijo a su padre, Padre, dame la herencia que me corresponde. Y él les repartió sus bienes."

Cuando el hijo menor pidió su parte de los bienes, el Padre no discutío con él, no trató de disuadirlo; no le dijo que usaba mal juicio. Dios nunca discute o debate. El discutir es suponer oposición, y Dios no tiene ninguan oposición. Discutimos para llegar a una conclusión correcta. Dios ya es la conclusión correcta de todas las cosas, por lo tanto, no necesita argumentar. Plotino nos dice que la Naturaleza nunca debate, que se contempla a Sí MIsma; que Su contemplación crea forma por medio de la cual puede expresarse. Indudablemente, éste es el significado y el proceso de la Creación.

"Y él les repartió los bienes." No hubo ninguna discusión. Dios no le dijo al hijo que sería mejor que se quedra en casa. No le dijo que podría llegar el día que tuviera necesidad, que podría sufrir, y tal vez pasar hambre. No le dijo nada: "les repartió los bienes." No podemos inferir una declaración más clara de la individualidad. El hijo recibió exactamente lo que pidió, ni más ni menos. Su copa de aceptación fue llenada por el cuerno de la abundancia; podía hacer con su parte lo que deseara.