Tomado
de Un Curso de Milagros T-15.XI.2. "La señal
de la Navidad es una estrella, una luz en las tinieblas. 2 No la veas fuera de
ti, sino que brilla en el cielo interior, y acéptala como la señal de que el
tiempo de Cristo ha llegado. 3 Él viene sin exigir nada. 4 Sin
sacrificiosninguna clase, de cualquier persona, es pedido por Él. 5 En Su
Presencia, toda la idea del sacrificio pierde todo significado. 6 Porque Él es
el Anfitrión de Dios. 7 Y sólo necesitas invitarlo a Quien ya está allí,
reconociendo que Su El Anfitrión es Uno, y ningún pensamiento ajeno a Su Unidad
puede permanecer allí con Él. 8 El amor debe ser total para darle la
bienvenida, porque la Presencia de la Santidad crea la santidad que lo rodea.9
Ningún miedo puede tocar al Anfitrión que acuña a Dios en el tiempo de Cristo,
porque la Hostia es tan santa como la perfecta Inocencia que Él protege, y cuyo
poder lo protege a Él.
T-15.XI.8. Que ninguna desesperación empañe el gozo de la Navidad,
porque el tiempo de Cristo no tiene sentido sin el gozo ".
Me encantan estas palabras de Un
Curso de Milagros, aunque personalmente no uso la palabra Él o Él o Suyo para
describir aquello que considero que no tiene género. El Espíritu de Cristo es
un estado de iluminación que todos pueden alcanzar; tanto hombres como mujeres.
Es un estado de conciencia en plena realización de que somos una parte finita
de una Vida infinita que es a la vez Todopoderosa y Totalmente inteligente y
Omnipresente. Para la mayoría de nosotros ésto no es fácil de comprender. Hemos
vivido en el mundo como seres humanos teniendo una experiencia de vida por tan
largo tiempo que para transformar nuestra mente para saber siempre y
absolutamente que somos espíritu teniendo una experiencia humana, es necesario
sacar de adentro de nosotros esta realización del Cristo.
¿Y para la mayoría de nostros qué es
este Cristo? Para muchos toma la forma de un hombre, Jesús de Nazaret, pero
incluso él sabía que ésto no nos llevaría al gozo que hace que nuestra
experiencia de vida sea una que amamos. Debemos amar la vida y, para hacerlo, debemos
amarnos a nosotros mismos. Todo sobre nosotros; física, emocional y
espiritualmente. Debemos amar quiénes somos y lo que hemos logrado en la vida,
incluso si no hay palabras para describir estos logros. Debemos aprender a
nunca jamás entretener los pensamientos o las palabras que menoscaban lo que
somos. La vida es lo que somos. El amor es lo que lo hace real.
Esta Navidad y por el resto de tu
vida, acepta la verdad que te estoy dando ahora, ¡Tú, sí Tú, eres una Alegría
para el mundo!
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