Nosotros somos una entrada y una
salida para el Espíritu Infinito para expresar la vida de acuerdo con nuestra
consciencia individual. "Todo eso que tú desees ya existe en Espíritu" declaró el místico Ernest Holmes. Sin embargo, es nuestra consciencia la que
debe estar correcta para nosotros recibir aquello que deseamos. Permitir que nuestros sentimientos y
pensamientos estén influenciados por lo que no tenemos hará que nostros nunca
realicemos aquello que es nuetro para vivir su experiencia. El Espíritu Infinito no rehuza, no
aguanta . . . existe evidencia en todo
el universo que eso es la verdad.
En su enseñanza de la La
Ciencia de la Mente y el Espíritu, Ernest Holmes nos benefició con su
descubrimiento del vínculo entre el Amor y la Ley; el Amor es la generosidad,
la Ley lo hace manifiesto. Yo creo que
cuando oramos o afirmamos que el Infinito nos está dando las ideas correctas,
las oportunidades precisas, la guía adecuada, nosotros realizaremos en el
momento preciso las cosas que son necesarias para que experimentemos la buena
vida, la vida alegre, la vida próspera y la vida
maravillosa. Una vez más, el Infinito no
rehuza, no aguanta . . . no hay si o no
con D-s sino una correspondencia automática para aquello que aceptamos y creemos
que es verdad para nosotros.
En unos cuantos días
nosotros estaremos observando el Día de San Valentín . . . quizás algunos no lo
observan, pero ciertamente no puede ser ignorado. Al igual que la época de Hanukkah y Navidad
el fondo de este maravilloso día es dar.
El amor expresado por medio de regalos y tarjetas y de tan maravillosas
palabras que expresamos unos a otros. Es
el acto de dar que provee un mayor grado de alegría para la mayoría de la
gente. Y ya que ésto es verdad, debemos
hacer los esfuerzos conscientes de darnos
a nosotros mismos porque nadie sabe qué es lo que más deseamos para
nosotros mismos. Y yo no uso estas
palabras a la ligera ni tan poco veo ésto como un límite a las cosas
materiales.
Una vez yo hablé con una
mujer que resultó ser una persona involucrada en la oración y la sanación espiritual. Ella había tenido muchos éxitos en su trabajo
el cual incluía a más de unos pocos clientes.
Pero . . . ella, ella misma, no era una persona feliz y sentía que
aunque había conseguido la salud y la feliciadad para otros ella había
realizado poca felicidad para sí misma.
Yo le pregunté si ella sabía qué la haría feliz y ella respondió que con
frecuencia ella lo había logrado pero que sus deseos cambiaban a menudo,
algunas veces rapidamente. Yo le sugerí
que ella comenzara una práctica diaria de oración y afirmación de felicidad
para sí misma, lograr un sentido de darse felicidad a sí misma y entonces tal vez eso le llevaría a la
realización de qué es lo que la haría feliz.
Ella dijo que los pensaría.
Algunas personas piensan
que es egoísmo orar por ellos mismos or enfocarse en sus deseos personales
cuando hay aparentemente tanta miseria en el mundo. Pero compatir nuestra
escasés y consciencia limitada nunca elevará a aquellos que necesitan ser
sacados de sus condiciones miserables.
Ernest Holmes escribió algo al respecto:
¿Esto que deseo hacer expresa más vida, más
felicidad, más paz para mí y, al mismo tiempo, no daña a nadie? Si no daña a otros, está bien. No es
egoísmo" Yo creo que cuando
nosotros somos felices atraemos hacia nosotros gente e ideas y cosas que
acrecentan nuestra felicidad. Si nos
sentimos infelices entonces deberíamos comenzar inmediatamente a buscar algo ya
sea en nuestros pensamientos espirituales o deseos materiales que nosotros
creemos que aumentará nuestra felicidad.
Nunca seas tacaño contigo mismos . . . sino siempre considera las
consecuencias de lo que tú deseas para tí mismo.
Contemplemos estas
palabras tomadas del Curso de Milagros: "Los milagros ocurren naturalmente como expresiones de
amor. El verdadero milagro es el amor
que los inspira entonces. En este
sentido todo lo que proviene del amor es un milagro". Y en este "todo lo que proviene
del amor" . . . eres tú, y yo y todos y cada buen deseo que nace de
nuestros corazones.
¡Mantengan la fe!
Henry Lee Bates
(Reverendo Dr.)