"Cierto hombre tenía dos hijos, y el menor le dijo a su padre, Padre, dame la herencia que me corresponde. Y él les repartió sus bienes."
Cuando el hijo menor pidió su parte de los bienes, el Padre no discutío con él, no trató de disuadirlo; no le dijo que usaba mal juicio. Dios nunca discute o debate. El discutir es suponer oposición, y Dios no tiene ninguan oposición. Discutimos para llegar a una conclusión correcta. Dios ya es la conclusión correcta de todas las cosas, por lo tanto, no necesita argumentar. Plotino nos dice que la Naturaleza nunca debate, que se contempla a Sí MIsma; que Su contemplación crea forma por medio de la cual puede expresarse. Indudablemente, éste es el significado y el proceso de la Creación.
"Y él les repartió los bienes." No hubo ninguna discusión. Dios no le dijo al hijo que sería mejor que se quedra en casa. No le dijo que podría llegar el día que tuviera necesidad, que podría sufrir, y tal vez pasar hambre. No le dijo nada: "les repartió los bienes." No podemos inferir una declaración más clara de la individualidad. El hijo recibió exactamente lo que pidió, ni más ni menos. Su copa de aceptación fue llenada por el cuerno de la abundancia; podía hacer con su parte lo que deseara.
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